THE INITIATION
EL CAMINO DE LA LUZ
EN UN TEMPLO EMPAPADO DE UN ROJO PROFUNDO, EL CORAZÓN LATÍA AL RITMO DE UN RITUAL. ENTRE SOMBRAS Y QUÍMICOS, LA LUZ ENCONTRABA SU CUERPO.

En los últimos días de Barcelona Visions, Joan Teixidor transformó la galería en un laboratorio fotográfico teñido de luz roja y ritmos de black metal.
Testigo de lujo, entre ampliadoras, químicos y dobles exposiciones accidentales, sentí que algo poderoso e irrepetible estaba sucediendo.
Aquel ritual fotográfico fue el latido final de la galería… y el nacimiento de The Initiation.
THE INITIATION
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The Initiation es un fanzine de fotografía analógica y autoeditado. Nacido como homenaje al amigo fotógrafo Joan Teixidor, con este proyecto recupero la esencia de la fotografía química en blanco y negro.
La publicación está trabajada de manera artesanal: primero en el laboratorio, positivando cada foto manualmente, y luego maquetada a mano página por página para finalmente realizar una pequeña tirada de 33 ejemplares con una fotocopiadora. Quería evitar que en ningún momento se rompiera el camino que debe recorrer la luz durante todo el proceso, hasta llegar a las manos del espectador.
Es un viaje en el que la luz se transforma en materia, y las imperfecciones se convierten en parte de la belleza de cada imagen.
Impreso en fotocopia
Medidas 210 x 140 mm
40 Páginas en blanco y rojo
Cosido a máquina
+ Tira de prueba de laboratorio (distinta para cada unidad)
20 €
THE INITIATION
· POLYPHEMUS ·
FANZINE
+ COPIA 18X25 CM
ILFORD
MULTIGRADE RC
COPIA ÚNICA
120 €
THE INITIATION
· RITUAL ·
FANZINE
+ COPIA 18X25 CM
ILFORD
MULTIGRADE RC
COPIA ÚNICA
120 €
THE INITIATION
· DOOR ·
FANZINE
+ COPIA 18X25 CM
ILFORD
MULTIGRADE RC
COPIA ÚNICA
120 €
THE INITIATION
· SKULL ·
FANZINE
+ COPIA 18X25 CM
ILFORD
MULTIGRADE RC
COPIA ÚNICA
120 €
EL CAMINO DE LA LUZ
La publicación ha sido posible únicamente gracias a la acción directa de la luz sobre diferentes materiales sensibles.
En 2015 decidí que era el momento de volver al 35 mm. Fue un momento especial: me compré una Konica C35 FD para complementar mi Olympus µ2, justo cuando el fotógrafo Joan Teixidor se hacía cargo de la galería Barcelona Visions. Aún no sabía que se convertiría en una gran influencia para mi regreso al laboratorio químico. Cuando Teixi anunció que recuperaría su taller de iniciación al laboratorio, me invitó generosamente a participar. Él sabía que lo necesitaba.
Poco después, Teixi me anunció el cierre de la galería. La última exposición sería una retrospectiva suya, y para producir buena parte de la obra debía convertir el espacio en un enorme laboratorio improvisado. La galería era un gran espacio diáfano de casi 200 m², con un techo alto e imponente. Recuerdo el primer día que vino a buscarme para enseñármelo: me situé en medio de la sala mientras él cerraba tras de mí la gran puerta de madera maciza, aislándonos del mundo exterior. Las luces del techo se apagaron y la luz roja tiñó las paredes, convirtiéndolas en muros infernales que se alzaban hasta una oscuridad que parecía no tener fin.
Solo un pensamiento sobrevivió en aquel mundo irreal: debía documentar aquella magia. Sentí la necesidad de dejarme llevar por los últimos latidos de aquel corazón ardiente que reclamaba la pureza de la creación, donde la luz era la única razón de ser. Acompañé a Teixi en sus últimos días en la galería, ahora transformada en laboratorio, atrapados ambos por aquella luz sangrante que latía al ritmo del black metal.
Él se movía entre ampliadoras, papeles sensibles y líquidos como un viejo alquimista transmutando su propia alma, mientras yo intentaba dominar aquella luz demoníaca con mi cámara. De repente, se detuvo, se giró y, con el frontal rojo deslumbrándome, me dijo:
—Tienes que escuchar algo.
Se adentró en la oscuridad más absoluta, donde ni la luz venenosa se atrevía a entrar. La soledad me envolvió durante unos segundos como en un ataúd mientras el silencio me ahogaba. Entonces, una voz femenina estalló a un volumen inhumano, recitando palabras sobre un libro que contenía la clave de un ritual satánico. Las notas distorsionadas de The Initiation, del grupo Inquisition, comenzaron a perforar el aire como un antiguo mantra. La luz del frontal de Teixi emergió de nuevo, convirtiéndolo en un Polifemo gigantesco que dibujava figuras rojizas sobre la negrura:
“Oh! Master grant me your knowledge
Oh! Master grant me your power
Take me and teach me your ways
I will serve you forever
With my human blood
I sign my secret name
In the book of shadows”
Movido por un impulso extraño, comencé a fotografiar compulsivamente, mientras él, poseído por el ritmo maldito, se movía sin parar. La palanca de avance de la cámara empezó a fallar, provocando dobles exposiciones accidentales que intensificaban mi sensación de perder el control en aquel mundo de ultratumba.
Algo nos había atrapado dentro de aquel ritual hipnótico, en ese santuario químico, mientras el mundo, allá afuera, seguía girando bajo la luz indiferente del sol.