Desde julio de 2022 recorro cada día Barcelona en mi handbike eléctrica, desde el Baix Guinardó hasta el barrio de la Ribera. Siempre con la cámara preparada. Con el tiempo descubrí que mis fotografías se concentraban cada vez más en la zona de Sant Pere, y en especial en la calle Sant Pere Mitjà. Mi mirada, repetida día tras día sobre el mismo paisaje urbano, terminó atravesando su superficie y revelando lo que al principio no era evidente para mí.

A medida que iba viendo mis fotografías, tuve la sensación de estar frente al testimonio de una lenta desaparición. Las imágenes comenzaron a dialogar entre sí, dándome pistas de una herida que se oculta en la sombra de un existir lento que parece intuir su fin.