Tan pronto como recuperé movilidad y pude empezar a desplazarme en silla de ruedas por el hospital, sentí la necesidad de acompañar mis palabras con las imágenes mentales que surgían al observar distintos espacios y en las que me reconocía emocionalmente, pues expresaban mi estado de ánimo. Gracias a estas fotografías pude gestionar mejor mis emociones de un modo que las palabras no lograban, ya que al releer mi Diario me di cuenta de que escribía más sobre los incontables dramas que me rodeaban que sobre mi propio trauma.

Estas fotografías fueron esenciales para comenzar a encontrar mi propio espacio dentro de mi nueva condición. Sentí que, por fin, me identificaba con ellas, que conectaban con mi sufrimiento y me devolvían, como en un espejo, lo que yo estaba sintiendo en esos días.

Fue a partir de ellas que descubrí el potencial de la imagen como soporte y liberación de una carga emocional muy pesada en un momento personal tan difícil. En cierto modo, escribía lo que veía y fotografiaba lo que sentía.